Zona Cero || El problema es Abelina, no los directores de Comunicación Social

Roberto Santos //  Por más directores de Comunicación Social que nombre la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, nada cambiará mientras la decisión final, el tono, la actitud y la necedad sigan emanando directamente de su persona.

La raíz del problema no está en los comunicadores que llegan —y salen— sino en la presidenta misma, quien ha demostrado una profunda incomprensión de lo que significa comunicar desde el poder.

Este domingo se anunció el nombramiento de Amín Vázquez como nuevo director de Comunicación Social del Ayuntamiento de Acapulco.

Sustituye a Jorge Vázquez Way, quien apenas estuvo en el cargo desde octubre pasado. Con esta designación, ya suman seis los funcionarios que han pasado por esa oficina durante las dos administraciones de Abelina.

Todos, en su momento, profesionales capaces, algunos con experiencia y otros con lealtades añejas al proyecto político de la presidenta.

Pero el resultado ha sido el mismo: crisis de imagen, choques con la prensa y una narrativa de gobierno confusa o inexistente.

El problema no está en el talento de los comunicadores, sino en la nula disposición de la alcaldesa a escuchar y entender que gobernar también es saber comunicar.

Mientras siga viendo a los medios de comunicación como enemigos a los que hay que enfrentar y no como aliados potenciales para informar a la ciudadanía, ningún director —por brillante que sea— podrá hacer su trabajo con eficacia.

Abelina no sabe comunicar porque no controla sus emociones frente a la crítica.

Reacciona, confronta, descalifica. En lugar de abrir canales de diálogo, cierra puertas. En lugar de construir puentes con la prensa, levanta muros. Una presidenta municipal que se toma todo como ataque personal y que convierte cualquier pregunta incómoda en una afrenta directa, está condenando su gobierno a una descomposición institucional acelerada.

Hoy, Acapulco no necesita más cambios de nombre en la Dirección de Comunicación Social.

Necesita una presidenta que comprenda que gobernar implica también saber explicar, responder y rendir cuentas.

Mientras eso no ocurra, todos los esfuerzos por mejorar la comunicación del gobierno seguirán cayendo al vacío.

Y si no se corrige ese rumbo, la inercia terminará llevando a la administración de Abelina, como ya parece, directo al abismo.