INTELECTUALES – ERNEST HEMINGWAY

 

Por Efraín Flores Maldonado

Paul Johnson nació en la Gran Bretaña en 1928 y se dio a conocer a nivel mundial, en primer lugar, como un destacadísimo periodista. Con el paso de los años su fama y el reconocimiento a su relevante inteligencia, encontraron un altar en el universo de la cultura mundial, gracias a la escritura y publicación de varios libros, entre otros, Creadores, El Renacimiento, Tiempos Modernos, La Historia del Cristianismo e Intelectuales. De todos ellos he devorado “Creadores” y de manera muy minuciosa me deleite con la lectura de “El Renacimiento”. En estos momentos estoy leyendo el texto que lleva el título del presente artículo. En este libro, su autor Paul Johnson, analiza la vida personal más que la obra literaria de 10 intelectuales universales, entre los que destacan Jean Jaques Rousseau, Karl Marx, Tolstoi, Bertrand Russell, Jean Paul Sartre y Ernest Hemingway. El autor dice que los intelectuales son un fenómeno propiamente notorio a partir del siglo XVII y que en términos generales escriben y se comportan como si fueran los encargados de “diagnosticar y curar los males de la sociedad, sin más ayuda que su intelecto”. Que se asumen como los únicos competentes “para aconsejar a la humanidad sobre como conducir y resolver sus problemas”. A la vez que los critica, Paul Johnson acepta que “en efecto, el intelectual laico ha sido un factor clave en la configuración del mundo moderno” y que se han ganado en sectores importantes de la sociedad, “su derecho de opinar y orientar a la sociedad, convirtiéndose en custodios e impulsores de la renovación cultural”. “llenan un vacío” dice, en los momentos más importantes de las crisis que han azotado al universo y han ubicado a los dirigentes religiosos y a los protagonistas del poder, en “el escrutinio crítico”. Afirma finalmente Johnson que “los intelectuales laicos han desempeñado un papel mayor en la formación de nuevas actitudes sociales y en la trasformación de las instituciones del poder”. En esta entrega quiero destacar las ideas fundamentales del autor respecto de Ernest Hemingway, registrando que nació en 1899, en Oak Park, cuyo padre fue un médico excelente que cazaba, pescaba, navegaba y acampaba. Relata que la primera rebelión de Hemingway fue rechazar la religión de sus padres y que de manera notoria “no creía en Dios”. Que observo siempre “una conducta ociosa y viciosa”, específicamente por el temprano gusto de Hemingway de dedicarse al consumo del alcohol. Dice Johnson que la obra de Hemingway “París era una fiesta”, es en realidad una autobiografía en la que sesgadamente va filtrando frases condenatorias en contra de su madre y de su propia hermana. Reconoce sin embargo el autor, que Hemingway era un gran lector, devorando los textos de prácticamente todos los clásicos ingleses y que nunca tomo muy en serio ni con dolor, el no haber tenido una educación universitaria. Reconoce Johnson que, el autor de “El Viejo y el Mar”, mantuvo un esfuerzo de síntesis en sus letras y que siempre trataba de escribir “con sencillez, economía, verbos fuertes, oraciones breves y nada superfluo”. Señala que entre 1925 y 1950, Hemingway se convirtió en un escritor influyente, arrollador y decisivo y que a partir de entonces su presencia intelectual y cultural es tan significativa y penetrante “que ahora nos resulta imposible sacar el factor Hemingway de nuestra prosa”. Termina Johnson su referencia a Hemingway diciendo que nunca tomo en serio a las mujeres que lo amaron; que despilfarró todo el dinero que había ganado y que “El 2 de julio de 1961, con depresión y paranoia, tomó su mejor fusil ingles de dos cañones y se voló la bóveda cerebral”. **Doctor en ciencias de la Educación*.