
La política descontrolada en materia de seguridad se convirtió en el temor en un sentimiento de miedo en la capital entre la amenaza y el peligro,
extremadamente impredecible, lo que ocurrió este fin de semana en Chilpancingo.
El pánico fue notable en las calles, las puertas cerradas en los centros comerciales y una ciudadanía encerrada en sus hogares por la inseguridad que se vive, en la que es evidente que la delincuencia a superado a la autoridad.
“No hay ley no hay gobierno para combatir está tragedia delictiva”, fue la opinión en coincidencia con lo que estaba aconteciendo el domingo ante los lamentables hechos de incendio contra el transporte público y la pérdida humana.
Y efectivamente no hay control ni razón de que manera se practican las acciones en la estrategia con la política de seguridad, cuando el miedo de la ciudadanía se vuelve tan extremo que se convierte en el peligro de la propia integridad personal.
La actitud desproporcionada e incontrolable con la operación delincuencial es un acto decisivo, de lo que no hay poder humano más que la ley de ellos y que la autoridad o el gobernante no tenga calidad para combatir, sin negociar con ellos.
Entonces a veces me pregunto donde está o quedó el control político del llamado cambio y de transformación y de inmediato me doy solo la respuesta en aceptar y entender la falta de voluntad por erradicar el fenómeno delictivo.
Lamentable que en la capital del estado no haya formas en disminuir este cáncer de violencia, del que en vez de restar es el aumento determinante y
descontrolado a falta de una política con mayor certeza y margen en seguridad.
A lo referente, cabe indicar que el control politico y de poder no está en manos de los gobiernos, sino en las diversas cédulas en el orden delincuencial que operan con su propia ley, y que el único precepto es la superioridad con los de frente.
El pánico continuará siendo el centro del temor, mientras no haya una política estratégica integral de combate de frente a la inseguridad, lejos de enfrentarse en violencia, sino, aplicando todo el rigor de la ley para salvaguardar el estado de derecho.