Zona Cero || El desastre en Veracruz y la experiencia de Guerrero

Roberto Santos // La semana pasada México volvió a enfrentar lluvias devastadoras, con un saldo provisional habla de decenas de muertos, miles de damnificados y una infraestructura severamente dañada, especialmente en Veracruz, donde la población denuncia que no hubo alertas tempranas ni medidas de prevención claras.

La suspensión de clases llegó tarde —alrededor de las 11 de la noche— y estudiantes universitarios que asistieron normalmente a clases forman parte del creciente número de desaparecidos.

La historia se repite, pero parece que pocos aprenden.

Lo que ocurrió en Veracruz recuerda dolorosamente lo vivido con Otis en Acapulco. En aquel entonces, miles de personas fueron sorprendidas por la fuerza del huracán dejando devastación y dolor.

Guerrero sufrió por segunda vez, el embate del huracán John, con severas inundaciones.

A estas alturas el gobierno federal y los estatales deberían aprender de la dura experiencia y aprendizaje del gobierno del estado de Guerrero y de la actuación presente de Evelyn Salgado Pineda quien, ante una lluvia intensa, aplica de inmediato una serie de protocolos orientados a salvaguardar la vida de las personas.

El gobierno guerrerense sabe que el cambio climático genera lluvias intensas, por eso en coordinación con municipios, la UAGro, y universidades privadas, suspende clases y actividades labores, instala albergues, todo acompañado de una campaña informativa permanente.

Pero como nadie aprende en cabeza ajena, el gobierno de Veracruz hoy es señalado de negligente.

Lo más preocupante es que aún hay personas desaparecidas y todo indica que el número real de víctimas fatales será mayor al reconocido oficialmente.

Contrario a lo que dice el gobierno federal, la cantidad de agua en las lluvias sí se puede calcular, tal como lo hacen con los huracanes, lo que debería servir, si se tomara con seriedad la labor de la protección civil para dar aviso a la población, salvar vidas y evitar las desapariciones.

Todo esto vuelve a poner sobre la mesa la falta de radares para detectar lluvias intensas y huracanes, la falta de coordinación con el centro nacional de huracanes de EU que por órdenes de Trump ya no socializa con otros países sus datos generados por radares y aviones caza tormentas.

Es decir, sin esa información, México actúa a ciegas ante los fenómenos metereológico y esa falta de información la paga la población.

Cada vida perdida por falta de prevención es una tragedia que pudo evitarse.

Hoy, el país necesita una respuesta humanitaria urgente, pero también reformas y acciones (como instalar radares y recuperar la coordinación con el Centro Nacional de Huracanes de EU) que impidan que la historia de desastres siga repitiéndose.