Contexto Político || MC y la soberbia de su dueño en Guerrero

 

Efraín Flores Iglesias

Muchos expertos en ciencia política coinciden que no se puede tener una democracia sana y fuerte sin partidos políticos, porque éstos son etiquetas y ayudan a los votantes a tomar mejores decisiones porque se identifican con sus principios básicos o propuestas.

Lo cierto es que la mayoría de los partidos políticos arrastran una mala imagen. En primer lugar, porque tienen pésimos dirigentes y cuadros cuestionados por actos de corrupción o por sus presuntos vínculos con el crimen organizado. Y la segunda razón es que carecen de calidad moral para cuestionar al actual partido en el poder.

Que conste. No estoy generalizando.

En las últimas décadas del siglo XX y a principios del siglo XXI, México tuvo importantes liderazgos políticos, tanto del oficialismo, como de la oposición. Personajes que destacaron por sus ideales y por defender a las instituciones del Estado y el fortalecimiento de la democracia.

Actualmente, casi todos los dirigentes partidistas en los estados son peones de los gobernadores en turno, ex gobernadores de triste memoria y legisladores federales. Por eso no figuran tanto, porque no son los que realmente mandan en los partidos que presumen dirigir.

Todas las fuerzas políticas buscan ganar el poder, recuperarlo o retenerlo, según sea el caso.

Es entendible que algunos personajes que gobernaron en el pasado reciente pretenden por todos los medios regresar por sus fueros, porque no están acostumbrados a vivir fuera del presupuesto. Siempre han vivido de la política.

Lo que no entienden es que miles de ciudadanos los repudian, porque no tuvieron un buen desempeño o gobernaron solamente para inflar su ego y favorecer a sus amigos.

En el estado de Guerrero, por ejemplo, tenemos a un partido político que presume representar a la nueva política. Pero, ¿qué creen? No es nuevo y su actual dueño representa al viejo PRI autoritario.

Más que partido o movimiento, es una franquicia. En efecto, me refiero a Movimiento Ciudadano (MC).

A nivel nacional tiene liderazgos respetables, como es el caso del senador Luis Donaldo Colosio Riojas. Pero en Guerrero su máximo jefe es el ex gobernador Héctor Astudillo Flores, quien hasta hace poco fue militante del PRI y aliado de Alejandro Moreno Cárdenas.

En lugar de sumar más liderazgos a su partido, Héctor Astudillo se ha dedicado en desfondarlo. Y todo porque no está acostumbrado a que haya voces críticas al interior de MC, porque lo que a él le interesa es tener subordinados. Así ha sido siempre. Es por eso que en los últimos meses han renunciado a ese partido militantes con una amplia y reconocida trayectoria política.

El primero en irse fue Mario Moreno Arcos, quien el año pasado contendió como candidato al Senado de la República y aportó muchos votos para que otros obtuvieran una curul en el Congreso local o un espacio en algunos Cabildos.

También se fueron Lázaro Mazón Alonso, ex senador de la República, ex titular de la Secretaría de Salud en el estado y dos veces presidente municipal de Iguala de la Independencia; Sebastián de la Rosa Peláez, ex diputado local y federal, y Bulmaro Cabrera Rojas, importante operador político en el puerto de Acapulco.

Recientemente renunciaron los ex candidatos a diputados locales Joaquín Cristóbal Gallardo (distrito 05), Erik Chávez (distrito 09) y Hugo Dircio Figueroa (distrito 14). Y la mazorca se seguirá desgranando.

Ninguno de ellos fue tomado en cuenta para formar parte de la dirigencia estatal o estar en la dirigencia nacional. Es más, ni las gracias les dieron.

MC no crecerá electoralmente en Guerrero. Su máximo dirigente no suma, sólo resta y divide porque su soberbia es más grande.

Héctor Astudillo creyó que la tendría fácil en MC. Pero no. Sus tiempos de gloria son cosa del ayer.

Si en 2024 MC logró votos fue gracias a la imagen de Mario Moreno y al trabajo territorial de personajes como Lázaro Mazón y Sebastián de la Rosa, quienes ahora están sumados a otros proyectos políticos.

Muy pocos son los actores políticos que han sabido retirarse a tiempo de la actividad política después de haber gobernado a su estado, como es caso del licenciado Rubén Figueroa Alcocer, quien después de solicitar licencia al cargo como gobernador del estado, el 12 de marzo de 1996, ya no buscó ningún cargo de representación popular o una cartera en su partido. Sólo ha hecho el papel de consejero y estar cerca de sus amigos que lo invitan en eventos oficiales o privados.

Debe quedar claro que Héctor Astudillo nunca tendrá la estatura política de Rubén Figueroa, porque su soberbia no le permite ver más allá.

Pobre MC, tan cerca de Astudillo y tan lejos del pueblo de Guerrero.

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