Roberto Santos // En Acapulco, la política dejó de ser un asunto de gestión pública para convertirse en un reality show de supervivencia, donde al parecer el cinismo no solo es permitido, sino requisito para participar.
Esta semana, sin pena ni pudor, hizo su debut oficial en la arena electoral la actual secretaria general del Ayuntamiento y suplente de la alcaldesa Abelina López Rodríguez, la siempre inigualable Leticia Lozano, quien parece haber recibido una especie de mensaje divino de que el puerto necesita ser salvado… por ella misma.
Así en el siempre transparente y ejemplar mundo de la política acapulqueña (cof, cof), Lozano emerge como la heroína del momento.
Según una encuesta de procedencia tan confiable como los presupuestos etiquetados para obras inexistentes, Leticia encabeza las preferencias rumbo a la candidatura de Morena a la presidencia municipal.
Un logro que, por supuesto, desde hoy llena de orgullo a todos los acapulqueños, quienes ya podrán dormir tranquilos sabiendo que una funcionaria en activo sacrificará su descanso —y quizá su horario de oficina— para sacar del atraso al bello puerto de Acapulco.
Dicen los que saben (pero más los que sufren) que Lozano representa la renovación… del mismo grupo que lleva años administrando el desastre del municipio.
Y que se espera una especie de reingeniería política que mantenga intactos los apellidos, los contratos y, por supuesto, los amigos, donde su lema de campaña podría ser algo así como:
“Si el barco se hunde, al menos que el timón quede entre cuates.”
Dentro del Ayuntamiento, las aguas no están precisamente tranquilas.
Versiones internas hablan de una guerra fría entre la presidenta actual y su inseparable suplente-secretaria-aspirante.
En los pasillos ya no se sabe quién manda ni quién obedece; lo único claro es que hay dos cabezas de gobierno y una sola dirección que se encamina directito al abismo.
Mientras tanto, sus seguidores dicen que Lozano es “la voz del cambio”, aunque otros trabajadores municipales aseguran que el único cambio que han visto últimamente es el de puesto… pero siempre entre los mismos rostros.
Las encuestas que la seguirán colocando como puntera seguramente van a aparecer al ritmo del presupuesto.
Y la ciudadanía observará el espectáculo con la misma fe con la que se mira un barco que se hunde lentamente, mientras su capitana grita desde la cubierta:
—¡Tranquilos, yo lo tengo todo bajo control!
Y quizá lo tenga. Porque si alguien ha demostrado talento para mantener a flote un gobierno que hace agua por todos lados, es quien lleva años perforando el casco desde adentro.
Y esa pretende ser la salvadora.