La Neta del Planeta || ¡Hasta siempre Anita! ¡Hasta Siempre, guerrera!

Karmelynda Valverde // Conocí a Anairan Guadalupe Gálvez Félix a principios del año 2016, cuando ella estudiaba en la Preparatoria # 5. Por ese tiempo, el restaurant ‘’La Placita’’ estaba ubicado frente a un costado del palacio municipal y solíamos reunirnos muy seguido en ese lugar con algunos compañeros periodistas. Fue justo ahí donde nos conocimos un día cuando quedamos de reunirnos en ‘’La Placita’’ porque Anita quería denunciar con otras dos compañeras, los abusos que estudiantes de la mencionada institución educativa estaban enfrentando por parte de algunos de los maestros.

Debo decir que desde el primer momento me pude percatar que además de su gran carisma, Anita era una chava pensante, líder natural, valiente, muuuy irreverente y risueña….aunque fruncía el ceño y el gesto de su cara se tornaba adusto, cuando se refería a las prácticas nefastas de algunos docentes de la Prepa 5.

Desde entonces comenzamos a llevar cierta amistad, a pesar de la gran diferencia de edades, pues Anita pudo haber sido mi nieta. Siempre me habló con mucho respeto ‘’doña Carmen’’ me decía.Muy respetuosa incluso, cuando tuve que hacerle ver cosas que consideré que no eran lo más apropiado para una jovencita con su inteligencia y con un futuro prometedor. Si, luego de esto Anita se alejó y pasaron como dos años que no supe mucho de ella hasta que volvimos a coincidir en algún lugar, donde me encontré con una Anita que había embarnecido y las curvas se habían acentuado en su pequeña figura.

Me comentó entusiasmada que era servidora de la nación, que seguía firme en su ideología de izquierda y que había ingresado a las filas del partido MORENA, en el que estaba participando activamente liderando un grupo de jóvenes. Poco tiempo después, la invité para que participara en el programa ‘’Entre Mujeres’’ para la plataforma Radio y TV Ometepec, de Nancy Sandoval pues yo sabía que ella tenía mucho que aportar, pero aunque había aceptado, después se disculpó diciendo que no le daban sus tiempos.

Sabía ser muy seria y sabía reír, y vaya que reía, bromeaba, y aunque su rebeldía la llevó a distanciarse un poco de su madre, porque es innegable que más que su abuela, la Porfra. Mariana Félix fue una verdadera madre para ella, siempre la tuvo en su corazón. Un día llegó a la casa, solo para pedirme ‘’cuando haga lasaña avíseme, porque mi mamá no conoce la lasaña y quiero que la coma’’.

Ana Galfex como fue conocida en las redes sociales, amaba la vida, amaba a su familia, amaba a su pareja, amaba su trabajo, amaba a sus amigas y amigos. Le gustaba servir, cuando nos encontrábamos me preguntaba si se me ofrecía salgo. Recuerdo que en una ocasión me encontró en el zócalo y le comenté que andaba yo buscando una enagua roja para un huipil que tenía visos en ese color y que no la encontraba en el rojo que yo buscaba, porque eran guinda o color muy vino. Unos días después, me dio la sorpresa llevándome a regalar una falda en el rojo que yo necesitaba.

Nuevamente la perdí de vista hasta que hace un par de meses me enteré que había sido madre, que su bebé tenía escasos dos meses de nacido y que a ella le habían diagnosticado una Leucemia muy agresiva. No podía creerlo, más bien me resistía a creerlo…la noticia me pegó, y de inmediato me puse en contacto con ella, pero me tranquilizó momentáneamente la valentía con la que estaba enfrentando tan terrible enfermedad. Anita estaba dispuesta a dar la batalla, como solamente la pueden dar las guerreras, las mujeres de acero y corazón de azúcar. El deseo de ver crecer a su hermoso hijo fue el acicate para que Anita no se rindiera tan fácilmente. Con un grupo de hermanas estuvimos orando por ella. Incluso tres semanas antes de que Anita trascendiera, fui a visitarla al hospital Vicente Guerrero en Acapulco. Su ánimo estaba de lo mejor, y hasta me dijo que estaba segura que había un error en el diagnóstico pues ella se sentía muy bien… su rostro se iluminó y sonrío como nunca cuando le comenté que tenía un hijo muy hermoso, enseguida me comentó cuánto lo extrañaba y cuánto deseaba volver a abrazarlo y besarlo, algo que ya no pudo hacer.
Anita se nos adelantó en el camino, pero su ausencia es solamente física. Ella sigue viviendo en el corazón de los que la aman, de los que la conocimos…sigue viva en Javiercito, ese bebé que es su carne y su sangre. Por lo que esta entrega no es una despedida, sino el más sentido ¡HASTA SIEMPRE ANITA, HASTA SIEMPRE GUERRERA!