Enfoque || La destitucion no es garantía del compromiso de todos en el combate a la violencia

 

Carlos Díaz Figueroa

Convocar a una destitucion no es certeza en erradicar la violencia que acontece día con día en Guerrero, lo que se requiere es un verdadero bloque entre Gobierno-Pueblo para ir disminuyendo los índices de inseguridad.

No se puede medir a través de marchas para exonerar al gobernante en el señalamiento directo ante una violencia en exceso, por la falta de ampliar una política de seguridad más considerable y eficaz en el combate a la delincuencia.

La supuesta destitucion que exije y reclama una parte de la ciudadanía, en una convocatoria abierta contra la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, no es una garantía para acabar con este fenómeno violento que radica a la falta de conciencia.

Es decir, ambos (Gobierno-Pueblo) deben estar obligados en contribuir dentro y fuera desde el hogar y la autoridad comprometida por tener un aparato de seguridad que garantice una política de combate más responsable.

Porque hay quienes con esta convocatoria en exigencia en destitucion tratan de espejearla con la situación que enfrentaron los gobiernos de Rubén Figueroa Alcocer y Ángel Aguirre Rivero, escenarios diferentes al contexto del efecto vigente.

Quizá, lo anterior, similar porque en aquellos hechos, de enfrentamientos, género violencia pero lo que actualmente prevalece en Guerrero es un escenario en disputa de plazas de los carteles aliados a la delincuencia organizada.

Y por falta de operadores, principalmente, en el gobierno municipal y estatal, la incertidumbre delictiva se vive a la orden del día en las calles, colonias, inclusive, al interior de los hogares ante la ausencia de la autoridad policíaca.

Pero, regresando a la convocatoria a una mega marcha el próximo lunes, en exigencia a la destitucion de la ejecutiva del estado y de la presidenta municipal de Chilpancingo, es una reivindicación aberrante y beligerante.

Como si la ola de violencia obedezca a culpabilidad directa de la gobernadora Evelyn Salgado y de la alcaldesa capitalina, en vez de manifestarse en silencio en luto por los recientes hechos en la capital.

A nadie se le puede intimidar en protestar esta situación de violencia, particularmente a las familias que perdieron a sus seres queridos, ni tampoco se puede seguir tolerando los actos de crimen en el estado de Guerrero.

A todo ello, debemos agregar algo en común, en la que todos contribuyamos para levantar a un estado complicado en las dos últimas décadas, con el tema de una seguridad más comprometida que genere bienestar y certeza.

De lo contrario, continuaremos viviendo en la zozobra porque si algo podemos coincidir es que el crimen y la violencia ha rebasado las estrategias de seguridad a lo ancho y largo del país, particularmente, en Guerrero.

No obstante, se debe aceptar que es un dilema de carácter nacional y muchas de las veces también por las carencias de visión por las autoridades, con las formas propia en los instrumentos estratégicos para el combate frontal de tal fenómeno