Infiltrados || Previsible futuro inmediato

Alfredo Hernández Fuentes // Cuando en el pasado alguien construía un inmueble, se tenía por delante el conocimiento que debería atenderse al hecho de que Acapulco se encuentra en una sísmica y que existe una regulación oficial al respecto que cumplir. Pero después del paso del Huracán Otis categoría 5, las condiciones se modificaron sustancialmente, ahora además, se debe construir para evitar la destrucción por huracanes con rachas de viento de más de 300 kms/hora, y la acción inmediata posterior de los depredadores muy bien organizados en grupos que convocan por Banda Civil  para saquear todo lo que se pueda.

En cuanto se refiere a esos grupos perfectamente consolidados que en verdad gobiernan la ciudad, es de pensarse por más de una ocasión que, agrupan a miles de individuos en actividades diversas que en todo momento acechan y van a decidir las formas de vida y conducta de todos. Por ellos vivimos en una permanente pesadilla.

Para esto debe aceptarse que actualmente, la inmensa mayoría de las personas que viven en Acapulco no son originarias de aquí o no tienen antiguas raíces que les permita comprender la esencia perdida y la desgracia mayor que viene como producto de sus acciones. Nada de eso podría importarles si a ellos les retribuye beneficios.

Pongamos como simple factor que con los apoyos económicos que recibieron del gobierno federal para resarcir los daños del mencionado huracán se advierte a muchos negociando productos suntuarios y bebidas alcohólicas. ¿Alegría?, por supuesto que sí, mucha alegría, ya que jamás habrían tenido en sus manos los tres apoyos económicos para limpieza y reconstrucción que ha obsequiado el gobierno federal.

No se detienen a pensar en el futuro inmediato, seguramente consideran que los $ 43 mil pesos que recibieron  ya los convirtieron en “millonarios”, y les alcanzará para un permanente  jolgorio, paseos, comidas en restaurantes, y lo que encuentren por esas calles de la ciudad.

Se les ha nublado la razón y por ello no perciben que al no aplicar esos recursos en la limpieza y reconstrucción de sus hogares tendrán más problemas y carencias que antes. Y lo peor está en que pronto se acostumbraron a gastar sin limitación alguna, llevándolos a creer que no necesitarán trabajar más, que de alguna manera podrán exigir que los gobiernos les regalen más dinero, enseres y comida, ya que así será siempre su vida. Rezan porque venga otro huracán a descargar su furia contra una población que en mala parte viene podrida.

¡Cuán errados están! No se percatan que Acapulco carece ya de turismo que no se repondrá en muchos meses, que han cerrado en forma  definitiva empresas hoteleras, comerciales, de servicios y hasta la Universidad Americana de Acapulco. Que por el momento se reconocen oficialmente alrededor de 45,000 personas desempleadas.

¿Qué provocará además el enorme desempleo que ya existe? Se sabe de familias que están ofreciendo en venta su casa o departamento, que muchos ya se fueron a trabajar a otras ciudades y dejaron abandonadas sus viviendas; esas familias no serán un problema para la ciudad. 

El grave problema que se avecina lo representan aquellos que al no tener empleo ya están metidos en el ambulantaje, otros invadiendo terrenos y casas abandonadas, y muchos más que pronto intentarán unirse a la delincuencia, y entonces sí, se prevé que al no contar con los recursos que les rendían las extorsiones a las empresas de todos los niveles que cerraron, puedan extender su actividad al micro comercio, a las casas e incrementarse los asaltos en vía pública.

En lo personal estuve atento al desarrollo de Otis y previne a cuantas personas pude de los efectos devastadores de un fenómeno de esas proporciones. Mientras otros que sabían la magnitud del evento empezaron a citarse para saquear. Quizás a manera de broma, pero con mucho fondo como aspiración, en redes sociales del internet recién han publicado cosas como ésta: “Si viene otro huracán, yo aparto Sam’s” 

Mientras los efectos persisten, los gobiernos locales, que siempre están fuera de contexto, piensan que por mandar notas maquilladas de la realidad a los medios de difusión, la opinión nacional aceptará que todo se mejoró en poco tiempo. Podrán engañarse entre ellos, mientras la realidad azotará sin piedad al pueblo. No señores, Acapulco ya no es el mismo, y para que en conjunto pueda reintegrarse al nivel anterior podrían pasar muchos años; peor aun cuando los gobiernos locales ya no son los que determinan quien vive y quién no, quien puede trabajar y quién no.

Existe una desconfianza multifactorial en vacacionar por acá. Tal como se percibe desde el exterior la situación general se comprende que es similar a una zona de guerra, no hay hospederías abiertas de 4 ni de 5 estrellas, tenemos plagas de moscas y mosquitos y ni quien se ocupe de abatirlas; todavía se tienen cerros de basura, no hay centros de diversión nocturna operando, la prostitución va en crecimiento; apareció el dengue y regresó el Covid, así como diversas infecciones contagiosas. Se sabe de la muerte de infantes en los hospitales públicos por el dengue. ¿Para qué pues vendrían a arriesgarse? Acapulco tiene ya más de dos meses sin turismo regular, ¿cómo pues sobrevivirán quienes estaban aplicados en esa industria?

¿Y qué decidirán cuando se les agoten los recursos que recibieron?

Ya vemos el crecimiento del comercio informal en las banquetas de la ciudad con el beneplácito de la oaxaqueña Abelina; la dirección de vía pública no existe, sus elementos se mueven sin pena por la ciudad porque no tienen órdenes para restringir el ambulantaje, y este proceso sigue empeorando día con día. Esa seño que en algún momento expreso su conformidad con el hecho de que tras el huracán hubieran saqueado (¿su gente?) todo tipo de establecimientos y que escondió a la policía municipal, y a saneamiento básico, demostrando su ineptitud, negligencia  y conformidad con la delincuencia.

Se necesita odiar mucho a Acapulco, para hacerle esto.

Esta administración municipal podrá ser muy bien recordada con el signo de la invasión de las banquetas por fondas de comida insalubre de todo tipo y en los puntos que mejor les acomode a los arribistas para situar sus adefesios. Ya no les es suficiente a los taqueros colocar un carrito, ahora instalan fondas al colocar braseros, comales, mesas con bancos, y operan con sin igual jactancia al saber que están protegidos por la autoridad municipal.

No hemos llegado a los extremos, se calcula que en el siguiente mes se acentuarán los problemas sociales y aparecerán signos de nuevos tipos de degradación en todas las actividades humanas. Además de que no habrá turismo regular, ni tendremos los fines de semana atestados de turistas. Vean bien personajes importantes de los gobiernos locales, Acapulco agoniza lentamente, y lo que viene será su culpa porque su capacidad intelectual no les permite comprender qué caminos ni determinaciones tomar. 

Otis nos obligó a conocer el enorme poder de las fuerzas de la naturaleza; nos mostró quienes son los seres nobles, y quienes son los malvados; marcó para siempre el oprobio de aquellos que se llenaron de bienes en unos días provocando el desabasto, la desesperación y hambre de la población.

¿Se habrá comprendido la lección? Es cuanto.

Correo: por acapulco@hotmail.com