Roberto Santos // En un momento político donde las certezas son escasas y las pasiones abundan, la reaparición de Evodio Velázquez en la ruta electoral no puede pasar desapercibida.
Este inicio de semana, desde Chilpancingo, se dio el banderazo a la campaña “Un Nuevo Comienzo”, una iniciativa que presenta una nueva imagen partidaria, y confirma lo que muchos ya anticipaban: a Evodio no hay que perderlo de vista en el contexto del 2027.
La campaña que arranca en las calles, como en los viejos tiempos del PRD, es una estrategia política que apuesta por la cercanía con la gente, por el contacto directo y el lenguaje llano que busca tocar conciencias.
Esa vuelta al origen, a la barda pintada, al volante entregado en mano, al saludo cara a cara, es también una buena señal, porque Evodio entiende que la política no se gana en oficinas refrigeradas, sino en la tierra caliente del pueblo.
El PRD no se equivocó al darle a Evodio Velázquez la dirigencia estatal.
Posee una trayectoria que combina juventud y experiencia, y emerge en el tablero político como una figura con capacidad real para articular una nueva etapa dentro del perredismo guerrerense.
Hoy lo vimos. Su liderazgo se manifiesta en la acción concreta: movilizar brigadas, activar bases, levantar el ánimo de una militancia que parecía apagada. Esa es una habilidad que no se improvisa.
Para muchos será motivo de molestia —porque saben que Evodio y el PRD, darán pasos fírmes, con estrategia y con la ventaja de conocer el mapa político del estado no desde el escritorio, sino desde la calle.
Por eso, no hay que perder de vista tampoco al dirigente estatal, que sabrá leer el momento político y ajustar el paso si el rumbo lo exige.
Lo que hoy se inició en Chilpancingo es una declaración de intenciones. El sol del PRD, dicen, renace.
Pero si renace con Evodio, hay que entender que no será solo simbólico, sino una posibilidad real de volver a disputar el poder.