Zona Cero || La urgencia de una estrategia de seguridad para Guerrero

Roberto Santos // La reunión entre la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, es un paso que merece destacarse.

No por la foto o el boletín, sino por la urgente necesidad de que Guerrero, un estado asediado por la violencia en varias regiones, sea finalmente tratado como lo que es: una prioridad nacional en materia de seguridad.

Durante los seis años anteriores, la política de seguridad del gobierno federal se resumió en la frase: abrazos, no balazos.

Una idea que, en la práctica, significó para muchas comunidades un abandono absoluto y el control territorial, que en teoría debería ejercer el Estado, pero fue cedido de facto a grupos extra legales que imponen sus propias leyes en zonas donde la presencia institucional es mínima o inexistente.

Por eso es relevante que la mandataria estatal estreche vínculos con el nuevo titular de Seguridad Pública federal, y diseñen una estrategia de atención a las regiones que necesitan urgentemente ser atendidas.

La coordinación es vital.

Porque Guerrero no puede seguir sufriendo inseguridad ante la pasividad de algunas corporaciones que parece que solo hacen turismo policíaco.

Basta con mirar el caso de Acapulco, uno de los municipios más importantes del país, pero también uno de los más golpeados por la violencia.

En el puerto la situación es crítica.

Los habitantes están al límite. El miedo y la desesperación se sienten en las calles, mientras su gobierno municipal se dedica a justificar su parálisis con evasivas, sin asumir la responsabilidad que conlleva gobernar un puerto tan emblemático.

Acapulco parece caminar hacia un colapso social, como un barril a punto de estallar.

La gobernadora ha insistido que cada paso y decisión se toman pensando en el bienestar de las familias guerrerenses.

Y eso en su gobierno está bien.

Urge pues que ambos gobiernos estructuren acciones de fondo y de largo plazo para implementar acciones sostenidas en materia de seguridad.

Guerrero merece la presencia del gobierno federal en acciones concretas y una estrategia real para recuperar la paz, no simulaciones.

Y sobre todo, merece que no se le deje solo.