Zona Cero || Llegar sin invitación: la diferencia entre liderazgo y oportunismo

Roberto Santos // No es lo mismo que te inviten a una fiesta de quince años a que de pronto quieras llegar para ser parte de ella, sin invitación, argumentando que tú algún día le diste al papá unos paquetes de pañales para la quinceañera cuando era bebé.

La política, como la vida misma, tiene sus tiempos y sus formas. En Guerrero, el escenario político se ha agitado recientemente con las incorporaciones (y autoinvitaciones) a Morena, particularmente con el caso de Sofío Ramírez Hernández, cuyo arribo ha generado más rechazo que entusiasmo.

Su narrativa, basada en supuestos aportes económicos durante la fundación del partido, busca justificar lo que a todas luces parece una maniobra oportunista.

En contraste, el caso de Mario Moreno Arcos es completamente distinto. A Mario no lo empuja la urgencia ni lo mueve la conveniencia. No ha tocado la puerta de Morena ni ha solicitado afiliación alguna.

Ha sido el equipo del diputado federal, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien lo ha buscado para sumarse a un proyecto nacional de apoyo a la presidenta Claudia Sheinbaum.

Y lo ha hecho desde la sociedad civil, sin pretensiones de cargo, sin prisas por aparecer en boleta alguna, según ha declarado.

Sofío, por el contrario, intenta colarse al proceso interno sin haber hecho trabajo territorial, sin estructura, sin base electoral.

Quiere ser parte de la fiesta cuando el vals está por comenzar, pretendiendo que una vieja relación o una aportación económica lo hace merecedor del lugar.

A estas alturas debe saber que la política no perdona la improvisación, y mucho menos la simulación.

Mientras Sofío genera resistencia dentro y fuera de Morena, Mario suma. No llega a pedir, sino a contribuir. No busca un cargo, sino fortalecer el proyecto transformador desde fuera, respaldando con hechos el liderazgo de la presidenta.

Esa es la diferencia entre tener arraigo y querer comprarlo; entre ser buscado y querer imponerse; entre liderazgo real y protagonismo reciclado.

Lo que representa Mario Moreno ante los electores de Guerrero es el resultado de años de trabajo a ras de piso, de cercanía con la gente.

Su capital político no se construyó con discursos, sino con hechos. En cambio, Sofío arrastra el estigma de la desconexión con las bases y una historia política marcada por el rechazo popular.

Uno representa una suma real al proyecto de transformación de la presidenta Claudia Sheimbaum; el otro, una resta disfrazada de lealtad tardía.

No es lo mismo llegar con la gente que llegar solo con las ganas de estar. Y eso, en política, se nota…y mucho.