Zona Cero || Diana Sánchez y la dignidad de los marginados

Roberto Santos // El día de ayer en Chilpancingo la diputada Diana Sánchez Barrios presentó su libro Una rebelión de los marginados por la dignidad social y la justicia de su trabajo, donde habla por todas aquellas vidas históricamente silenciadas.

Sánchez Barrios, una de las voces más destacadas en la intersección entre la “cuestión sexual” y la “cuestión social”, ofrece en esta obra una visión clara de su lucha: el reconocimiento pleno de las minorías diversas y su inclusión en un modelo de desarrollo social más justo, equitativo y humano.

Su apuesta es por la visibilidad y por la transformación estructural que permita dignificar el trabajo no asalariado y rescatarlo de la lógica mercantil que impone el neoliberalismo.

Además, cuestiona las bases mismas del sistema económico actual, no desde la confrontación violenta, sino desde una ética de justicia y redistribución.

Plantea una sociedad donde el trabajo —en todas sus formas— sea libre y dignamente reconocido, y donde el Estado y la sociedad civil asuman su responsabilidad frente a un mercado que, sin control, reproduce desigualdades.

Su voz es política en el sentido más profundo: interpela al poder, exige reformas concretas y visibiliza a quienes han sido despojados incluso del derecho a existir legalmente.

Durante su presentación, la diputada propuso tipificar el transfeminicidio como delito. El hecho de que esta figura jurídica aún no exista revela la magnitud del abandono institucional frente a las violencias específicas que enfrentan las mujeres trans.

Su iniciativa busca desarticular los discursos de odio, esas violencias simbólicas que deshumanizan, excluyen y matan lentamente.

Pero Sánchez Barrios no está sola. Junto al periodista y activista Igor Pettit, impulsa una agenda legislativa que puede catalogarse como ambiciosa y urgente.

Ambos hablan de transversalidad: de cómo los derechos no pueden fragmentarse ni aislarse, y de la necesidad de reformar el sistema de salud, garantizar el acceso al trabajo y la vivienda, y legislar desde una perspectiva realmente incluyente.

La presentación del libro también marcó el nacimiento oficial de Prodiana Guerrero, una extensión del trabajo que su fundación ha realizado a nivel nacional.

Esta organización brinda acompañamiento médico, legal y psicológico a personas trans en proceso de transición, especialmente a quienes enfrentan violencia estructural o carecen de acceso a servicios básicos.

En este contexto, el libro se vuelve una herramienta de transformación social. e te

Guerrero, un estado con profundas deudas históricas hacia las poblaciones LGBT+, fue el escenario ideal para este mensaje.

Apenas recientemente se reconoció legalmente la identidad de género en la entidad, pero aún falta legislar sobre el cupo laboral trans, garantizar una atención médica libre de discriminación y reconocer que el odio —cuando se tolera en el debate público— deja de ser opinión para convertirse en amenaza.

Las palabras de Pettit también recordaron que esta lucha no nació ayer. Hay generaciones enteras que pagaron con su cuerpo, su libertad o su vida el derecho a existir.

Ahora toca a las juventudes tomar la estafeta, no desde la improvisación, sino desde el aprendizaje y la responsabilidad política, señaló Pettit.

Y si se trata de ocupar una curul: hay que honrar la lucha con políticas públicas concretas, con reformas reales, con cambios duraderos.

Diana Sánchez Barrios, desde su lugar como mujer trans, diputada y activista, nos recuerda algo fundamental: la cultura política no se transforma desde los centros de poder, sino desde los márgenes.