Enfoque || El egoísmo delictivo causa del crimen

 

 

Carlos Díaz Figueroa

Quizá no quería ganar la guerra delictiva pero si conquistar la paz social y un bienestar con mayor certeza a la población, de lo que fue el motivo de separar al que fuera por cinco días presidente en el municipio de Chilpancingo.

A un año de aquel artero crímen en la persona de Alejandro Arcos Catalán, el escenario de seguridad continúa siendo el dilema complejo referente a la estabilidad y la tranquilidad en las calles y los propios hogares en la capital del estado.

Pareciera que en Chilpancingo no pasa nada, aún cuando en el municipio el problema de inseguridad y de violencia es el centro de pleno descontrol a la falta de capacidad en la estrategia para combatir de manera frontal cierta incertidumbre.

Alejandro Arcos un político de la nueva generación buscaba en un plan de gobierno solo la paz social en la construcción del bienestar común e integral para los habitantes con una visión de alcance, sin ningún interés de beneficio particular.

El egoísmo delictivo fue la causa para detener a un joven político que avizoraba, principalmente a las nuevas generaciones como el presente y el futuro con plena conciencia de márgen ante la actual situación de inseguridad en el municipio.

Este lunes en el ayuntamiento capitalino en un evento a un año del crimen inexplicable, inclusive acto pobre a falta de admisión y conciencia en el contenido de lo pendiente en la acción y obra por la paz social que buscaba Alejandro Arcos.

Y efectivamente, aún sigue vigente aquel sueño político por restablecer la justicia que es una exigencia de mayor honradez a través de variadas consigas que demanda el pueblo de Chilpancingo de cara a la impunidad delictiva en la capital.

El látigo de la indecisión obliga, particularmente al gobierno municipal en turno retomar ese legado en vida de Arcos Catalán para encontrar los criterios y medios para lograr una vida digna en los hogares de la ciudadanía chilpancingueña.

A manera que recuerdo con este contenido al buen amigo Alex cuando lo conocí de siete años de edad y después en su adolescencia en el servicio público y en su carrera política y de lo que quedo pendiente por la paz social en el municipio