

Los contenidos del discurso de fondo a través de la reflexión sobre la justicia e igualdad han sido rebasados en extremo ante la impotencia y de verguenza en el entorno de inseguridad, sin que haya una visión propia de seguridad .
No hay poder humano (Gobierno) que detenga este cáncer delictivo, sin piedad, no solo el acontecimiento en Uruapan, sino el contexto incierto en los 365 días del año desde que la inseguridad en México se convirtió en el país más inseguro.
Recordar aquellas reflexiones de Luis Donaldo Colosio y de otros actores políticos que han sido asesinados por demandar mejores opciones de igualdad y justicia, de la que solo quedo en la esperanza y lejos de resultados vigentes.
“México tiene sed de justicia” fue de entrada lo que posterior recibió el candidato presidencial como se dice lo que el enfermo pida en el régimen según autoritario y similar lo que acontece con la llamada cuarta en el segundo piso de la transformación.
Aunque, el ex Gobernador Jose Francisco Ruíz Massieu se refería a la situación partidista con aquélla frase “o cambiamos o nos cambian” está reflejada en la indecisión en los errores del pasado y en los presentes gobiernos por igual.
De equivocarse en elegir a los gobernantes y representantes populares, no somos culpables de la falta de formación de honradez quienes están comprometidos y son responsables de salvaguardar el estado de derecho en la nación.
Los mexicanos no merecemos que no haya una firme capacidad y voluntad de gobernabilidad, el escenario de seguridad en el país cada vez es más incierto desde el interior de los hogares como al exterior, sin que prevalezca certeza para vivir.
De impotencia y de verguenza es no contar con autoridades comprometidas para erradicar de tajo con el dilema de inseguridad y solo porque en el pasado y el presente existe la complicidad los que hoy pisotean la dignidad de los mexicanos.
En opiniones encontradas se comparte porque tanta piedad a la delincuencia organizada, lejos de actuar en un combate frontal, el gobierno se ha ocupado, específicamente en un discurso lleno de letras muertas y de completa simulación.
No hay ruta de estrategia para el combate, lo de Uruapan y lo que acontece en los estados del país, particularmente en Guerrero es evidencia de la carencia de la doble moral en las autoridades en turno con las endebles políticas de seguridad.
Si en los gobiernos existe la disposición política en trascender la situación de inseguridad, podrían alcanzar y tener una respuesta de imagen de respeto y de reconocimiento de una población consistentemente intimidada y desprotegida.
El gobierno está obligado a tener un despertar político con un sentido de conciencia diferente, la nación merece un trato digno en condiciones de margen ante este fenómeno delictivo cada vez de aumento y de incertidumbre en los mexicanos.