Marcial Campuzano // El titular de la Secretaría para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos (SEDEPIA), Abel Bruno Arriaga, reconoció que es una realidad que Guerrero ocupe el segundo lugar en pobreza y pobreza extrema a nivel nacional, de acuerdo con datos del INEGI, aunque aseguró que existen avances gracias a los programas sociales implementados por el actual gobierno federal.
El funcionario admitió que la pobreza en el estado “siempre ha existido” y que sus raíces son históricas, sobre todo en las comunidades indígenas y afromexicanas donde la marginación ha sido ancestral.
“No se puede desaparecer la pobreza de un día para otro; más de 80 años de pobreza no se pueden terminar en 6 años”, expresó.
No obstante, sostuvo que en los últimos años sí se han logrado mejoras en la calidad de vida de los pueblos originarios, pues ahora cuentan con apoyos directos del gobierno federal a través de programas como Sembrando Vida, Pensión para Adultos Mayores y Jóvenes Construyendo el Futuro.
Las transferencias o subvenciones ayudan a que las familias tengan más ingresos y acceso a más servicios. Eso sí es una realidad, aunque el rezago histórico sigue siendo muy grande”, agregó.
Bruno Arriaga subrayó que a partir del anterior gobierno federal se dio un giro en la política pública hacia las comunidades indígenas, con programas diseñados desde abajo y con la participación de los colectivos.
Mencionó como ejemplo la firma de un convenio entre la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), mediante el cual se instrumentan planes de justicia y desarrollo regional enfocados en salud, vivienda, infraestructura básica y patrimonio cultural.
El titular de la SEDEPIA señaló que existen distintos indicadores para medir la pobreza, como el acceso a servicios básicos tales como agua entubada, energía eléctrica y pisos firmes, donde los rezagos persisten, aunque destacó que los ingresos familiares han mejorado gracias a los programas sociales.
Por ejemplo, los beneficiarios de Sembrando Vida reciben un pago por sus siembras, además de que comercializan sus productos en los tianguis locales, lo que ha generado una fuente adicional de ingresos, indicó.
“Antes la situación era muy complicada porque no existían tantos apoyos. Hoy un adulto mayor recibe 6,000 pesos bimestrales y puede tener un ahorro; el campesino no solo siembra maíz y frijol, también limón o café que vende en las plazas públicas”, dijo.
Respecto al informe del INEGI, reiteró que no se puede negar la realidad de la pobreza en Guerrero, pero insistió en que se combate “de manera paulatina” con acciones estructurales y políticas públicas más cercanas a la población.
De acuerdo con el INEGI, Guerrero logró avances entre 2022 y 2024 al reducir el índice de pobreza de 60.4 por ciento a 58.1 por ciento, lo que significa que más de 80,000 guerrerenses salieron de esa condición.
En el mismo periodo, la pobreza extrema también mostró una reducción al pasar del 22.2 por ciento al 21.3 por ciento, es decir, cerca de 32,000 personas dejaron de estar en las condiciones más críticas.
Estos resultados demuestran que hay avances, aunque falta mucho por hacer. Los rezagos son históricos, pero ahora hay una política pública más justa y con visión desde los pueblos”, indicó Bruno Arriaga.